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Migracion de Chiapanecos en Datos.

 

La migración de chiapanecos hacia otros estados o a Estados Unidos en los porcentajes actuales es un fenómeno nuevo. A partir de los años 30, la Selva Lacandona había servido como “válvula de escape” para la tensión social creada por la falta de tierra. Las políticas neoliberales impulsadas a partir del año 1982 con el gobierno de Miguel de la Madrid cancelaron las políticas de protección al campo mexicano. Más tarde las consecuencias del TLCAN, en vigor desde 1994, dejaron sin salida comercial a los productos del campo. Esta crisis está obligando a miles de chiapanecos a abandonar sus comunidades y sus tierras en búsqueda de una salida económica.

Migración hacia los Estados Unidos de América:Entre 30,000 y 50,000 chiapanecos emigran hacia los EUA cada año, de una población de casi 4 millones.

Se calcula que en menos de 10 años, unos 300,000 chiapanecos se habrán asentado en los EUA.

65% de ellos son campesinos e indígenas que proceden de Pantepec (zoques), Altos (tzotziles), Norte (choles), Selva (tzeltales) y de la Sierra Madre (mames).

Según estudios del Colegio de la Frontera Sur, los nuevos migrantes de Chiapas se establecen principalmente en entidades estadounidenses sin tradición receptora, en las zonas centro y occidente, entre ellos Oklahoma, Colorado y Washington.

La economía de migración:

Las remesas de chiapanecos en los EUA se calculan para 2004 en 500 millones de dólares, equivalente “a toda la cosecha de maíz – principal generador de valor en el estado – además de la producción de frijol, plátano y mango.”

Un migrante paga entre 1,500 y 2,500 dólares a los “polleros” para que le lleven “seguramente” a los EUA. (En 1995, se pagaba entre 20 y 30 dólares.)

 

Fuentes: “Migrantes mesoamericanos (I/II),” Miguel Pickard,
2005 (ESTESUR); CIEPAC 2004; Red Latinoamericana
sobre Poblaciones Móviles y SIDA 2004

Chiapanecos Migrantes.

chiapanecos en el mundo

Clubes de migrantes como creadores de capital social.

Creados originalmente con objetivos filantrópicos y sociales, los clubes de trabajadores mexicanos que emigran a Estados Unidos se han consolidado como “generadores de capital social”, para contribuir a contrarrestar el atraso y la pobreza de sus comunidades de origen.

Sin embargo, los clubes no son homogéneos y la diversidad y asimetría que muestran en su desarrollo depende, desde el origen, de los migrantes hasta las redes de interacción y participación que establecen, la vinculación que mantienen con sus pueblos de origen y la fluidez para el envío de fondos, más allá de la “riqueza” que cada uno maneja, señala una investigación difundida por el Colegio de la Frontera Norte (Colef).

En sus inicios, que datan aproximadamente de las décadas de los 70 y los 80, los migrantes se agruparon y actuaron apegados a sus relaciones de identidad inmediata, pero las primeras acciones que llevaron a cabo en sus comunidades fueron esporádicas, poco formales e invisibles para la sociedad y el Estado.

Pero a medida que se han desarrollado, los clubes de migrantes se han posicionado como tema obligado de los diferentes niveles de gobierno de México, debido a que sus acciones ya tienen efectos directos, inmediatos y diferenciados en sus comunidades de origen, pero también en aquellas donde radican en Estados Unidos.

Debido a las actividades extraterritoriales de los paisanos “y no por una necesidad viva del Estado mexicano de impulsar el desarrollo de organizaciones sociales en el exterior”, los clubes han propiciado la creación de políticas públicas encaminadas a incidir en las acciones colectivas de los migrantes, precisa Leticia Hernández Vega, investigadora de la Universidad de Guadalajara y autora del estudio referido que el Colef difundió en su más reciente publicación sobre migraciones.

La investigadora puntualiza que el avance de los clubes de migrantes “debe ser apoyado, motivado e impulsado principalmente por sus comunidades de origen y por los diferentes órdenes de gobierno, ya que con sus actividades no sólo están reafirmando sus objetivos filantrópicos, sino que propician la generación y fortalecimiento de sistemas de capital social”, pero acota que generan un desarrollo socioparticipativo antes que un desarrollo económico.

Los clubes “están propiciando el fortalecimiento de los sistemas de capital social que permite la cohesión y cooperación entre los actores, así como las mejoras entre el nivel de vida de la población. En otras palabras, los clubes están incidiendo directamente en el desarrollo de las comunidades.

Los Programas de Plazas Comunitarias

Con la finalidad de ofrecer alternativas de educación formal y no formal a los mexicanos que viven en el exterior, principalmente en Estados Unidos, el Consejo Nacional de Educación para la Vida y el Trabajo (CONEVyT), el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), han unido sus esfuerzos para ofrecer a esta población en particular, un modelo de educación denominado Plazas Comunitarias e-México en Estados Unidos, proyecto en el que predomina el uso de las nuevas tecnologías en educación y capacitación.

Las Plazas Comunitarias en Estados Unidos ofrecen una amplia gama de servicios, entre ellos cursos de alfabetización en español, de educación primaria y secundaria abierta y a distancia para jóvenes y adultos, cursos para superarse en el trabajo, acceso a bibliotecas digitales, cursos en línea y foros mediante los cuales se puede mantener comunicación con otras personas, así como vinculación con otras instituciones educativas. Además, permiten el estudio del Bachillerato a distancia que ofrece el Colegio de Bachilleres.

Se trata de un espacio educativo que cuenta con una sala de televisión educativa vía satélite, el área de educación en línea vía Internet y un salón tradicional, donde se reúnen jóvenes y adultos para aprender apoyados en el uso de diversas tecnologías.

En las Plazas Comunitarias pueden estudiar los migrantes mexicanos y sus descendientes mayores de 15 años que no sepan leer y escribir o que no hayan terminado la primaria o la secundaria.

De acuerdo con el tiempo disponible, los intereses de los participantes y con horarios flexibles, se puede aprender a leer y escribir en español, cursar la primaria y la secundaria mexicanas. El aprendizaje se apoya en libros y materiales relacionados con las actividades cotidianas en la vida diaria, el empleo o la familia y la orientación de un asesor. Una vez que han sido cursados, se puede solicitar la presentación de los exámenes necesarios para acreditar la primaria o la secundaria, según sea el caso. Para aquellas personas que no se sienten seguras en su lectura, escritura y el manejo de las operaciones matemáticas básicas, existen materiales que les ayudarán a mejorar estas habilidades.

En este programa se proporcionan los libros (en papel, en la página http://www.inea.gob.mx, o en discos compactos) y la asesoría (presencial o en línea) para organizar grupos que permitan el estudio en conjunto.

Migrantes chiapanecos en Estados Unidos Parte 1.

La migración de chiapanecos a Estados Unidos es un fenómeno reciente que ha cobrado gran fuerza y está transformando las dinámicas locales en casi todos los municipios del estado de Chiapas. Aunque algunas fuentes registran la presencia de chiapanecos en Estados Unidos desde 1925 (Departamento de Trabajo de Estados Unidos en Jáuregui y Ávila, 2007:21)1 hasta finales de la década de los ochenta, estos desplazamientos fueron tan reducidos que pasaron prácticamente inadvertidos y no tuvieron consecuencias significativas para el estado. No fue sino hasta los años noventa cuando la migración chiapaneca se volvió visible; sin embargo, sería en la década de 2000 cuando el fenómeno se generalizaría por todo el estado y se volvería masivo (Jáuregui y Ávila, 2007; Villafuerte y García, 2006; Pickard, 2006; Rus y Rus, 2008). En la parte selvática del municipio de Las Margaritas, la migración de jóvenes de origen tojolabal comenzó a partir del año 2002. Esta migración se ha caracterizado por su alto grado de movilidad. En un corto período, ellos han transitado por, al menos, 14 diferentes estados y más de 40 localidades, siempre en busca de mejores trabajos y lugares más favorables para establecerse.

La movilidad de estos jóvenes no sólo es geográfica: ellos se mueven, de forma permanente, de un empleo a otro. A diferencia de otros grupos que han logrado establecerse en un mismo nicho laboral, los jóvenes chiapanecos de Las Margaritas han circulado por todo tipo de empleos. Han trabajado tanto en los campos de cultivo californianos como en los casinos de Biloxi, Mississippi; han pasado de cosechar jitomate en algunos ranchos de Alabama, a trabajar como obreros en fábricas de aluminio o a destazar pollos y marranos en diferentes agroindustrias de ese mismo estado; han laborado en los invernaderos de Florida; han limpiado escombros en Mississippi después del paso del huracán Katrina; han sido albañiles, trabajadores de limpieza, recamareros en hoteles de cinco estrellas, jardineros en campos de golf, etcétera. Se trata casi siempre de trabajos temporales y de tiempo parcial —sin contrato ni derechos laborales—, que les exigen disponibilidad y flexibilidad totales. Ellos se han convertido en una suerte de “nómadas laborales”,2 pues para subsistir tienen que circular por diferentes localidades y campos de lo más variados, aunque siempre en condiciones precarias.

Todos estos jóvenes enfrentan lo que Richard Sennet (2006) denomina “la cultura del nuevo capitalismo”, y que otros autores han llamado “la modernidad líquida” (Bauman, 2003) o “la sociedad del riesgo” (Beck, 2000); un sistema capitalista marcado por la irrupción de lo precario, lo impreciso y lo informal, debido a condiciones sociales inestables y fragmentarias, relaciones a corto término, gran movilidad y pérdida de toda seguridad, donde las instituciones estatales ya no le ofrecen a casi nadie un marco a largo plazo y los individuos se ven obligados a improvisar solos su propio relato de vida.

Aunque los migrantes indocumentados primo arrivants son el grupo que padece de forma más brutal las exigencias de flexibilidad y las condiciones precarias del empleo que les impone el mercado, ésta no es una situación exclusiva de ellos. Como muestra Murtz (2000:214–216), una de las consecuencias de la liberalización de los mercados laborales en Estados Unidos ha sido la permanente disminución del porcentaje de relaciones de trabajo relativamente aseguradas en el plano social: en los años noventa, dos tercios de las relaciones laborales en ese país podían ser consideradas precarias o inseguras, y cada vez hay más trabajadores que, a pesar de su “flexibilidad” para tomar todo tipo de empleos, viven en los bordes del mínimo vital.

Que hacen los clubes de migrantes.

La mayoría de las actividades de los clubes se concentran en donaciones para llevar a cabo obras de infraestructura pública en sus comunidades de origen, principalmente en áreas de educación y salud (por ejemplo: construcción de escuelas y centros de salud, donación de equipamiento tecnológico, becas de estudio, entre otras actividades), sin embargo, contribuyen de una manera importante en algunos proyectos de construcción de calles y carreteras, electricidad y drenaje.

En casos de los clubes más antiguos y tradicionales, parte de sus donaciones se destinan al apoyo de obras para el embellecimiento de alguna localidad, otros han establecido comités en las comunidades de origen o se han asociado con grupos locales para obtener una consulta de la comunidad sobre sus prioridades, desarrollo y seguimiento de proyectos y tareas que se llevan a cabo.

Cuando existen mecanismos de cooperación con el gobierno, el seguimiento se hace por medio de un comité designado, la mayor parte de los clubes prefiere colaborar con instituciones gubernamentales, clubes y federaciones de oriundos.

Como formar un Club de Migrantes

Para conformar un Club debes solicitar apoyo a tu Consulado Mexicano más cercano o a esta Oficina y hacer lo siguiente:

  • Reúne a ciudadanos originarios de tu comunidad que residan en los Estados Unidos de América.
  • Una vez reunidos, infórmales cuáles son los proyectos que pretenden desarrollar y en grupo definan la obra que se va a apoyar.
  • Pacten un nombre para su club.
  • Voten por un presidente o representante de su club.
  • Redacten una carta en la que se especifica la conformación del club firmada por todos sus miembros.
  • No es requisito indispensable que los clubes de migrantes estén legalmente constituidos ni que pertenezcan a una Federación de Clubes de Migrantes en su estado. Sin embargo, es recomendable que si se encuentran interesados en participar en diversos Programas Gubernamentales registren su club ante el Consulado Mexicano más cercano a su comunidad y/o en el Directorio de Asociaciones y Clubes de Oriundos del Instituto de los Mexicanos en el Exterior.

Como se organizan los mexicanos en el exterior.

El Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) apoya los esfuerzos de organización de los mexicanos que residen en el exterior. En América del Norte, una de las formas o mecanismos naturales de organización gira en torno a los Clubes de Oriundos, los cuales agrupan a los paisanos de una misma comunidad de origen, con el propósito de promover obras de infraestructura local en las comunidades que dejaron en México. Con el paso del tiempo, estos clubes desarrollan una agenda más diversificada, incluyendo acciones para mejorar su calidad de vida en sus lugares de residencia.

Es importante que todo grupo interesado en formar un Club de Oriundos contacte a su Consulado más cercano, se registre y solicite información sobre los proyectos que pueden promover como organización.

Asimismo, los clubes recién formados pueden inscribirse en el Directorio de Organizaciones y Clubes de Oriundos que el IME ha puesto a su servicio en esta página de internet para entrar en contacto con paisanos radicados en otros estados de la Unión Americana e inclusive en otros países.
Así, el IME colabora con distintas instituciones públicas, privadas y sociales con el fin no sólo de contribuir a la formación de asociaciones de mexicanos en el exterior, sino que éstas contribuyan al desarrollo de las comunidades tanto de residencia como de origen.